Diciembre/enero. El protagonista absoluto de los cielos en esta época del año es el buitre. Conocido como “abanto” en buena parte de la provincia de Soria, tiene en los días claros de diciembre y enero su periodo anual de celo, en donde las parejas, fieles a lo largo de su vida, renuevan esos lazos de compromiso y los vemos volar al unísono, reparar sus toscos nidos o copular con energías en las roquedas.
Al atardecer, y con un poco de suerte, podremos oír los cantos territoriales de los búhos reales, especie que ha tenido un aumento importante en sus poblaciones.
Marzo. Si los buitres son los grandes -en todos los sentidos- protagonistas de los cielos de esta zona, a lo largo del mes de marzo, aparecen en él sus parientes africanos, los alimoches. Tres-cuatro parejas son las que viven en estos cortados, haciendo su observación algo bastante fácil, incluso, cuando se está de visita cultural por el yacimiento de Tiermes.
Allí mismo podremos ver a partir de este mes, la llegada de las otras especies que van a hacer de los cortados rocosos su casa. Primero los aviones roqueros, de manera progresiva y con desapariciones temporales si las lluvias y el frío hacen su aparición durante varios días seguidos. A finales de mes, llegarán los roqueros solitarios, los machos, que reclaman a través de sus cantos las posesiones de otros años. Esta ocupación es relativamente reciente. Ya, en estas fechas, los cuervos andan atareados en recomponer su nido habitual. Y poco nido harán los halcones peregrinos, aunque estos son muy escasos aquí.
Abril. Una de las especies que han desaparecido de esta zona son las grajillas. Debieron ser antaño muy frecuentes, criando en todos los cortados de esta zona y muchas próximas. Hoy en día podemos ver alguna pareja -y también cada vez menos- de chova piquirroja, junto con gorriones chillones y estorninos negros. Hacia finales de mes llegarán los roqueros rojos, ave espectacular tanto en su colorido como en los vuelos de celo que realiza y que acaban con unos descensos en paracaídas multicolor.
Desde hace pocos años, nuevos inquilinos han buscado cobijo en las “cuevas” de los cortados: son las golondrinas dáuricas. Los primeros nidos aquí se vieron a comienzos de este siglo y, desde entonces, se han establecido de manera regular.
Mayo. Es un mes clave pues, a lo largo del mismo, todos andarán ya entretenidos con la crianza, de una manera u otra, empezando en las aves más tardías y ya con pollos crecidos en los casos de buitres y/o halcones. Está bien volver a recordar la advertencia de no andar cerca de los nidos de estas especies -bueno, de ninguna en general-, pues son periodos muy sensibles y no hay ninguna razón que nos permita molestar.
El colirrojo tizón quizá sea el paseriforme más abundante en estos medios caóticos de rocas junto a la collalba gris, que prefiere acumulaciones de piedras, construcciones, etc.
Junio. El más bullicioso en los cortados, en los setos, en los bosques. La primera quincena ya tendrá volantones de muchas especies y todavía no apretará mucho el calor. Buitres y alimoches todavía tendrán pollos en el nido hasta julio y agosto respectivamente pero el resto de las especies estarán en momentos clave de su cría.
Y en los alrededores, otras muchas aves, nos garantizarán un rato más que entretenido. Alcaudones dorsirrojos, abubillas, abejarucos, pitos reales, oropéndolas…