Si lo que queremos es la observación de todas las especies, de todos los ámbitos, el mejor mes es mayo. A comienzos de mes ya habrán llegado casi todas las especies y el despliegue de cantos en las hoces y el páramo será apabullante. En los cortados, desde mediados de marzo habrá estado cantando con fuerza el roquero solitario, pues son varias las parejas que crían aquí.
En mayo le toma el relevo -en esto de los cantos- su pariente, el roquero rojo. En la espesura del río podemos ver y escuchar a la curruca mosquitera y curruca capirotada, la oropéndola, el petirrojo, el ruiseñor bastardo o el mosquitero papialbo. Seguirán criando buitres y alimoches, con huevos o pollitos muy pequeños estos últimos y pollos ya más crecidos los primeros.
En abril podemos oír el precioso canto del escribano hortelano, una de las aves mas frecuentes junto con las collalbas rubias, que ocupan las zonas pedregosas más cercanas. La terrera común y el bisbita campestre también campean por el entorno donde todavía sobrevive la alondra ricotí. Ya hemos hablado de las dificultades para observarla, pero a nada que madruguemos un poco en esas semanas de mayo o comienzos de junio, podremos oír su aflautado canto.
Este páramo no solamente podemos recorrerlo en primavera. A finales de agosto y durante todo septiembre, es posible que podamos detectar al escaso chorlito carambolo. Esta zona es muy querenciosa para la especie y se puede ver casi todos los años, aunque hay que estar muy atento a su característico reclamo, audible a bastante distancia. Otra especie presente en este enclave es la ganga ortega, moviéndose entre el páramo y los campos de cultivo más hacia el sur.
En esta época también la observación conjunta del embalse y los cortados sirven para observar un buen número de especies, algunas en paso ya y otras estivales todavía presentes. Empiezan a aparecer algunos cormoranes, garzas reales, martín pescador, andarríos chicos… en el embalse crían los azulones, las gallinetas y los rascones.
Según vaya llegando el otoño y pasen las semanas decrecerá el número de especies. De los invernantes, veremos bisbitas pratenses en el páramo y según sea el año lúganos y mosquiteros comunes en el bosque de ribera y, con un poco de suerte, algún acentor alpino recalará en los roquedos.